Ya sabemos que estamos en un país que reivindica el laicismo, aunque no se si nuestros políticos se han parado a pensar que, se practique o no, nuestras raices de convivencia provienen del humanismo cristiano. Ahora, los ZP quieren algo así como borrón y cuenta nueva. Lo que no vislumbran es que en este mundo cambiante los intolerantes quieren introducir sus elementos reivindicativos.
Lo hemos visto en el caso de Najwa, la niña marroquí de 16 años, que se ha presentado en su Instituto con un pañuelo en la cabeza, a pesar de conocer que las normas lo prohibían. Si fuera un caso aislado no pasaría nada, lo malo es que ya sabemos lo que en muchísimos casos se esconde detrás de una decisión de este tipo, en el que la mujer no es más que un instrumento de lo que los "machos islámicos" desean.
Todos hemos visto a su padre , Mohamed Malha, vestido a la occidental y defendiendo la autonomía de decisión de su hija. ¿De verdad? Lo cierto, es que es el presidente del Centro Cultural Islámico de Pozuelo de Alarcón y va a recurrir la medida y ,como los islamistas que viven en España, está dispuesto a abrir una batalla legal con el argumento de que no se respeta la libertad religiosa que ampara la Constitución.
Acabo de llegar de Marruecos y también allí la Constitución ampara el derecho al culto, pero la realidad es que expulsan a quienes predican su religión -siempre que no sea la Mahometana-, las iglesias no pueden tocar sus campanas y que no te pille la policía haciendo proselistismo para convertir a un musulman. Desde el pasado 7 de marzo han sido expulsados o invitados a irse a un centenar de cristianos. Empezó con la expulsión de 16 extranjeros que regentaban un orfanato en el Atlas, a pesar de que ese mismo día en Granada se estaba celebrando la primera cumbre entre la UE y Marruecos, poco les importó el hecho y nada el que los niños del orfanato quedaran desprotegidos. Otros cinco responsables del Colegio Americano de Casablanca (George Washington Academy) fueron expulsados unos días después y al presidente, Jack Rusenko, no se le permitió la entrada en el país cuando regresaba de sus vacaciones de Semana Santa. Cristianos norteamericanos, coreanos, neozelandeses, iberoamericanos, europeos y subsaharianos están siendo expulsados simplemente porque en algún caso haya opinado de religión con un "chivato" musulmán, al parecer la religión de la tolerancia como se nos quiere hacer ver aquí en España. El ciudadano español nacido y residente en Marruecos, Francisco Patón, también ha sido expulsado por su condición de cristiano, como un eslabón más del acoso que se sufre en un país musulmán cuidado entre algodones por la Unión Europea.
A los ulemas marroquíes poco les importa, como demostraron cuando el pasado mes de abril en un comunicado acusaron a los cristianos de proselitismo y de quebrantar la fe de los musulmanes , lo que según ellos supone "terrorismo religioso" y "violación moral". Estos si que no debaten, directamente se quitan de enmedio a los que les molesta. EEUU y Holanda ya han protestado oficialmente por las expulsiones, pero el Gobierno español -siempre acojanado con Marruecos- no ha dicho nada aún, a pesar de que ostenta hasta junio la presidencia de la Unión Europea.
En Marruecos, como en el mundo musulmán que conozco muy bien por mis viajes, llevar velo en la cabeza o tapando la cara de la mujer es algo habitual y a lo mejor habrá que creer que todas lo han elegido libremente. Como en Arabia Saudita,parece que todas han elegido no poder conducir su automóvil. O todas aceptan que el señor de la casa tenga otras mujeres...es la realidad ante quienes evitan integrarse y se aprovechan de unas leyes nacidas para que nadie se sienta discriminado. Aunque de seguir así la multiculturalidad, pronto juntaremos en clase a un chico vestido de Hare Krisna, o con chilaba, o con el traje nacional de Laponia o incluso quien reivindique el nudismo en aras a su libertad individual, o ya puestos porqué no asistir con un traje andaluz de chaqueta corta, al fin y al cabo forma parte de nuestra cultura y no hace tantos años nadie se extrañaba de que se vistiese así. Lo que para mí está claro es que una chica menor de edad está muy condicionada por su entorno y en el mundo islámico es el hombre quien impone sus condicionates. En una sociedad democrática occidental no debe consentirse que una menor lleve los símbolos de forma impuesta, asi que es el Estado el que debe defender a esa menor de cualquier posibilidad de imposición exterior. Una vez cumplida la mayoría de edad la decisión de llevar velo o no llevarlo implica otros condicionantes que no deben ser tutelados.
Los límites de la libertad deben quedar claros y dejarse de discriminaciones (¿hay alguna mayor que la que los musulmanes imponen a sus mujeres?), porque de seguir en esta senda pronto veremos que pediran el fin de las procesiones de Semana Santa o de las fiestas de Moros y Cristianos. En Suiza hace poco se votó contra la propuesta de construir miranetes y un musulmán me lo dejó muy claro: "mis hijos y los de los que hemos llegado a este país crecerán y ellos se harán con las nuevas leyes suizas". La incertidumbre sobre la evolución de nuestras costumbres y cultura cada vez está más en entredicho, porque las nuevas culturas piden su sitio, no solo a través del respeto sino con la aceptación de todo cuanto nos choca. No me ha extrañado nada que en Francia se haya multado a una mujer que conducía con el velo tapandole la cara, no ya por el hecho en sí, sino porque formaba parte del harén que su marido mantenía argumentando que "eran amantes". Saben que el mundo occidental es permisivo, conocen las leyes y las utilizan sin complejos. Intentad ir a cualquier país islámico y pedid respeto, especialmente si sois una mujer, quizá el padre de Najwa os defienda y sea capaz de que su país tenga unas leyes tan lasas como las nuestras. Al fin y al cabo se trata de libertad, lo que todos reivindicamos.
30 abril, 2010
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