Los que siguen este blog saben de mi debilidad por el Sahara Occidental. Hoy me he encontrado con un artículo en ABC (30 noviembre 2010) firmado al alimón por el Catedrático de Derecho Internacional Público de la Universidad de León, ROMUALDO BERMEJO GARCÍA, y por el Catedrático de Derecho Constitucional, de la Universidad de Santiago de Compostela, CARLOS RUÍZ MIGUEL, la persona que más sabe sobre los entresijos legales del problema.
Me encuentro cien por cien identificado con lo que el artículo expone, así que lo pongo a disposición de quienes lo quieran leer y entender, si son capaces de quitarse los sentimientos que puedan tener sobre el problema. Y ya sabemos que Marruecos ha explotado de forma eficiente entre los subditos del Sultán esta cuestión. Creo que leyéndolo se entenderá porqué algunos consideramos al señor Moratinos el peor enemigo de la polìtica internacional de España de la democracia. Sahara y Gibraltar son las espinas que llevará clavadas de por vida. Nunca nadie lo hizo peor.
(Quien desee tener mi radiodocumental "Sahara 1975. Bidanis en el laberinto de las arenas", solo tiene que pedirlo a documentos.radio@gmail.com)
La violencia marroquí contra el pueblo saharaui tiene muchas causas, pero dos pueden considerarse fundamentales. La primera tiene que ver con la causa del conflicto y la segunda, con su gestión. Una buena gestión de la gestión puede ayudar a paliar el conflicto, pero su solución definitiva no se conseguirá mientras no se aborde su causa última. El problema del gobierno de Rodríguez Zapatero es que ni aborda la causa del conflicto ni lo sabe gestionar.
Se dice por no quienes no tienen interés en encarar la causa verdadera del conflicto del Sahara Occidental que éste es «artificial» o «complejo». Pero no es ni lo uno ni lo otro. El conflicto del Sahara es un conflicto muy real producido por una causa muy simple: porque no se ha querido aplicar el Derecho Internacional vigente. Y este intento de eludir el Derecho Internacional para satisfacer una pretensión política tiene su causa última en los acuerdos de Madrid del día 14 de noviembre de 1975. Esos acuerdos se firmaron por tres gobiernos no democráticos, ni más ni menos, para impedir la celebración del referéndum de autodeterminación del pueblo saharaui cuyo censo ya estaba confeccionado. Se pretendía dar satisfacción a las pretensiones marroquíes de anexionar el territorio, pero sin respetar el Derecho Internacional que exige que esa anexión solo pueda llevarse a cabo si el pueblo saharaui así lo desea, pero no contra su voluntad. Ésta es una de las varias razones por la que estos acuerdos son nulos. Y por eso, en última instancia, solo la denuncia de esos acuerdos, como nulos que son, puede sentar las bases de una solución al conflicto que sea civilizada, pacífica y democrática. Todo lo acontecido desde 1975 ha sido un intento de gestionar una situación viciada de ilegalidad producida después de aquellos infaustos acuerdos. Esa gestión, tanto por España como por la comunidad internacional ha tenido protagonistas que unas veces han sido más hábiles y otros menos. Los más hábiles han intentado y casi conseguido superar la causa que desde el origen ha viciado este problema. Los más torpes, lejos de intentar y lograr superar las consecuencias del vicio de origen no han hecho sino ahondar en el mismo.
España, apenas unos tres meses después de la firma de los acuerdos de Madrid, el primer gobierno de la monarquía dio un primer paso para intentar solucionar el problema. El 26 de febrero de 1976, el representante español en Naciones Unidas dejó sentada la posición oficial del Gobierno, a saber, que estamos ante un conflicto de descolonización y que la misma sólo se producirá cuando la población decida su futuro libremente en un referéndum. Es decir, cuando se aplique el Derecho Internacional que prescribe, de forma inequívoca, y tal como afirmó el Tribunal Internacional de Justicia que la descolonización del Sahara Occidental debe realizarse mediante un referéndum de autodeterminación entre las poblaciones originarias del territorio. Aquel gobierno no se atrevió a denunciar los acuerdos de Madrid, entre otras cosas porque el firmante de los mismos seguía presidiéndolo, pero dio un paso para corregir una dirección equivocada.
En esa dirección finalmente se decidió a marchar el Consejo de Seguridad cuando en su resolución 690, de 1991, aprobó por unanimidad un Plan de Paz en el que mediante un referéndum de autodeterminación las dos partes podían buscar la satisfacción de sus pretensiones políticas de un modo legal, democrático y civilizado. Aquel plan de paz fue boicoteado por Marruecos. A pesar de ello, James Baker consiguió sacar adelante el plan de paz en 1997 con los acuerdos de Houston, aprobados por unanimidad del Consejo de Seguridad, pero en el año 2000, Marruecos volvió a boicotear el proceso. Y todo ello sin que el Gobierno de España ni las Naciones Unidas condenaran el obstruccionismo marroquí.
En el año 2003, España revitalizó el proceso al conseguir que el Consejo de Seguridad aprobara por unanimidad en su resolución 1495 el «Plan Baker». Sin embargo, la ministra de Exteriores Ana Palacio disparó en el pie al presidente de su Gobierno, Aznar, al acceder a la pretensión marroquí de rebajar el tono de la resolución del Consejo de Seguridad que, de «endosarlo» con fuerza ejecutiva, paso a «apoyarlo» sin fuerza coactiva. Después, todo ha ido a peor. La llegada de Rodríguez Zapatero a la presidencia del Gobierno y el nombramiento de Moratinos como ministro de Exteriores ha supuesto un retroceso en este proceso de solución. Para ello, se ha desmontado la política del Gobierno de Aznar y se ha obstaculizado el esfuerzo de Naciones Unidas para buscar una solución legal, civilizada, pacífica y democrática, la del referéndum de autodeterminación en la que el pueblo saharaui pueda decidir si quiere ser marroquí (con o sin una supuesta autonomía) o quiere ser lo que fue, libre e independiente. Para decirlo claramente, el gobierno de Rodríguez Zapatero quiere volver a la política del último gobierno de Franco, un gobierno no democrático, para volver a los acuerdos de Madrid. No es casual que Moratinos invocara esos acuerdos para justificar la firma del acuerdo pesquero de la UE con Marruecos englobando las aguas del Sahara Occidental. Y no es casual que la tragedia actual se haya desencadenado precisamente a partir de una protesta por el expolio marroquí de las riquezas naturales del Sahara Occidental en violación de lo dispuesto en el Derecho Internacional. Los sangrientos resultados de esta política están a la vista.
30 noviembre, 2010
21 noviembre, 2010
INMORALES PERDIDOS EN LAS ARENAS DEL SAHARA
La torpeza marroquí en el asunto del asalto al campamento saharaui en las cercanías de El Aaiún, el pasado 8 de noviembre, contrasta con la habitual habilidad y oportunidad mostrada por el régimen de Rabat desde 1956 ganando posiciones frente a sus objetivos para desarrollar el Gran Marruecos. El apoyo dominante de Francia para enterrar la huella española en el norte de África (Rif, Ifni, Tarfaya y ahora el Sahara) y el más velado de Estados Unidos, siempre atento a sus intereses económicos y al peligro terrorista, ha favorecido la exigente politica marroquí en su expansión imperial, sin otra consideración que la manipulación sentimental de sus ciudadanos. Mientras, España ha seguido fiel a su política exterior de no molestar a su incómodo vecino marroquí.
Es el Sahara un asunto que debería preocuparnos profundamente, contra las tesis de quienes desconocen la historia, la jurisprudencia y el valor moral de la defensa de los derechos humanos. No todo es comercio, negocio e intereses estratégicos, como gusta decir al señor Zapatero y a sus acólitos, que están demostrando en todo este asunto una torpeza sin igual, no se si ante la ignorancia o la manipulación para enfrentarse a tantas contradicciones.
Hemos visto a un jefe de Gobierno hablando de que en el tema del Sahara priman los intereses de España (¿cúales, los suyos?) por encima de los derechos humanos; un ministro Jauregui hablando de soberanía marroquí sobre el Sahara para justificar que el tema del campamento es un asunto interno del país; una titular de Exteriores que no quiere mirar atrás para verse la chapita pidiendo la autodeterminación de los saharauis y pasar a asegurar que España ya no tiene nada que ver con la cuestión, que está desligada de toda responsabilidad; y un secretario de Organización del PSOE, Marcelino Iglesias, dando muestra del más absoluto desconocimiento sobre la cuestión, al manifestar "España estuvo en el Sahara hasta el 73 ó 74". Es decir, ni siquiera se ha molestado en leerse algo sobre el conflicto y por eso le bailan las fechas, anulando el peso de su opinión y la de su partido. Por si lee este comentario, España firmó los Acuerdos de Madrid el 14 de noviembre de 1975 y abandonó militarmente el territorio ya entrado el año 1976. Es decir, ni idea de lo que habla, como tantos tertulianos televisivos,o lo que es lo mismo hablar por hablar.
Hasta aquí hemos llegado. Uno, porque la inmoralidad del señor Zapatero raya los sublime al anteponer los intereses económicos sobre el más universal de los derechos humanos, echando por tierra su arrogante decisión para sacar a las tropas españolas de Iraq, porque aquella actuación iba en contra de sus principios. Visto hoy, aquello solo fue una actuación compulsiva y poco reflexiva además de contradictoria en su politica con el vecino del sur. O defendemos los derechos humanos en Afganistán, Corea y el Sahara, o mejor tomamos una postura que todos podamos creer, aunque no la compartamos.
Aún hoy, cuando escucho el radiodocumental que hice en 2007, con el título "Sahara 1975. Bidanis en el laberinto de las arenas" se me pone la cara roja de vergüenza al oir las palabras del entonces líder socialista Felipe González -contenidas en el programa- en las que en 1976 prometía en el Sahara a aquellos pobres desesperados saharauis, que si el PSOE llegaba a gobernar España se haría justicia y el Sahara sería independiente. ¡Qué gran ignominia la de los socialistas en este asunto!, no solo no han hecho nada para que se cumplan las resoluciones de las Naciones Unidas, sino que han girado a favor de las tesis de Marruecos en la que solo vale el "todo para mí".
Marruecos no solo controla el territorio cuya administración temporal le fue cedida por España, sino también el territorio administrado por Mauritania que decidió ceder al Frente Polisario. A Zapatero le ha importado muy poco que aquellos saharauis que tenían DNI español y que un regimen muribundo como el de Franco entregaría a la voragine de Marryecos, también como los socialistas en aras de mayores intereses económicos. Franco y Zapatero unidos por el Sahara, o lo que es lo mismo el Movimiento Nacional y el PSOE con el mismo ideario. Dos, al ministro Jauregui no le deben haber explicado muy bien lo de la soberanía. Es verdad -también lo dijo en su día Moratinos- que Marruecos es la gran potencia que controla hoy de facto la casi totalidad del territorio del Sahara, pero no quiere decir que tenga soberanía sobre él. En los Acuerdos de Madrid, España cedió la "administración provisional" del Sahara Norte a Marruecos y la del sur (Rio de Oro) a Mauritania, pero no se cedión ningún tipo de soberanía. Para la ONU, España sigue siendo la potencia administradora del territorio.
Es el mismo argumento que utiliza la ministra Jiménez, de nombre Trinidad, quien debería conocer y medir más sus palbaras esencial en una titular de Exteriores, al menos para no acusarla de ignorante como hemos con Marcelino Iglesias o Jauregui.Si no quiere reconocer que el territorio del Sahara sigue siendo español, según la doctrina internacional, pues no lo haga, pero lo que no puede asegurar es que España no tiene nada que decir sobre la cuestión territorial. Es evidente que España no puede practicar en este caso la nautralidad activa, porque siendo la potencia colonial responsable del futuro y de la solución para el Sahara Occidental, la 53 provicnica española en 1975, con unos ciudadanos que tenían los mismos derechos que uno de Valladolid, de Valencia o de San Sebastián.
De tal forma que aunque ya en 1963 la ONU dictaminó que el Sahara Occidental era una colonia, por lo que exigió la autodetrminación del territorio en la Resolución 1514 de la Asamblea General, tal hecho no ha sucedido. España se limitó a elaborar un censo de los saharauis que residían en la zona y sobre estos datos estaba dispuesta a hacer el referéndum, pero Franco enfermó y Hassan II vio la oportunidad de aprovechar el momento de debilidad de la polìtica española para lanzar la Marcha Verde que condicionaría todo el problema. El Príncipe Juan Carlos, como Jefe de Estado en funciones, se desplazó al Sahara para arengar a las tropas españolas y compromterse a defender el territorio y a los saharauis, pero sus palabras quedaron prnto en el olvido y su vos grabada desapareció de los archivos de RTVE. Aquel goberno franquista decidió evitar una guerra al conocer del apoyo francés y norteamericano a los planes del Sultán, frente al enemigo próximo representado por Árgel y un izquierdista Frente Polisario, con lo que se negoció importantes concesiones económicas (pesca y fosfatos), una vez más el dinero, y a cambio se les entregó la colonia a Marruecos y Mauritania con los Acuerdos de Madrid.
España, en una política errante y poco firme, siempre se ha plegado a los intereses franceses y marroquíes, mostrando una gran debilidad exterior y anteponiendo -como ha reconocido Zapatero- los intereses económicos a cualquier otra consideración sobre nuestra responsabilidad, que la tenemos, sobre el Sahara. Y el Gobierno debe saber, dada su mostrada ignorancia, todos los aspectos que contienen los Acuerdos de Madrid, en donde en su segundo punto se dice textualmente que "la descolonización del Sahara culminará cuando la opinión de la población saharaui se haya expresado validamente". Es decir, el territorio aún no ha sido descolonizado y España esjuridicamante"de iure" la potencia responsable, aun cuando haya cedido "temporalmente" la administración del territorio a Marruecos y Mauritania. Este último ya no cuenta, lo que hace que -al menos- Marruecos no tenga ningún tipo de legitimidad en Rio de Oro, ni la soberanía sobre la parte norte. Nadie se lo reconoce, excepto Jauregui, a pesar de que España siga siendo, aunque no le guste nada al gobierno actual, la responsable de llevar al Sahara a su plena descolionización. Ahí estamos, atados de pies y manos en un asunto en el que la justicia y la moral es lo que menos cuenta, tal como demuestra la actuación de este mal gobierno, al que nadie respeta en las esferas internacionales.
Es el Sahara un asunto que debería preocuparnos profundamente, contra las tesis de quienes desconocen la historia, la jurisprudencia y el valor moral de la defensa de los derechos humanos. No todo es comercio, negocio e intereses estratégicos, como gusta decir al señor Zapatero y a sus acólitos, que están demostrando en todo este asunto una torpeza sin igual, no se si ante la ignorancia o la manipulación para enfrentarse a tantas contradicciones.
Hemos visto a un jefe de Gobierno hablando de que en el tema del Sahara priman los intereses de España (¿cúales, los suyos?) por encima de los derechos humanos; un ministro Jauregui hablando de soberanía marroquí sobre el Sahara para justificar que el tema del campamento es un asunto interno del país; una titular de Exteriores que no quiere mirar atrás para verse la chapita pidiendo la autodeterminación de los saharauis y pasar a asegurar que España ya no tiene nada que ver con la cuestión, que está desligada de toda responsabilidad; y un secretario de Organización del PSOE, Marcelino Iglesias, dando muestra del más absoluto desconocimiento sobre la cuestión, al manifestar "España estuvo en el Sahara hasta el 73 ó 74". Es decir, ni siquiera se ha molestado en leerse algo sobre el conflicto y por eso le bailan las fechas, anulando el peso de su opinión y la de su partido. Por si lee este comentario, España firmó los Acuerdos de Madrid el 14 de noviembre de 1975 y abandonó militarmente el territorio ya entrado el año 1976. Es decir, ni idea de lo que habla, como tantos tertulianos televisivos,o lo que es lo mismo hablar por hablar.
Hasta aquí hemos llegado. Uno, porque la inmoralidad del señor Zapatero raya los sublime al anteponer los intereses económicos sobre el más universal de los derechos humanos, echando por tierra su arrogante decisión para sacar a las tropas españolas de Iraq, porque aquella actuación iba en contra de sus principios. Visto hoy, aquello solo fue una actuación compulsiva y poco reflexiva además de contradictoria en su politica con el vecino del sur. O defendemos los derechos humanos en Afganistán, Corea y el Sahara, o mejor tomamos una postura que todos podamos creer, aunque no la compartamos.
Aún hoy, cuando escucho el radiodocumental que hice en 2007, con el título "Sahara 1975. Bidanis en el laberinto de las arenas" se me pone la cara roja de vergüenza al oir las palabras del entonces líder socialista Felipe González -contenidas en el programa- en las que en 1976 prometía en el Sahara a aquellos pobres desesperados saharauis, que si el PSOE llegaba a gobernar España se haría justicia y el Sahara sería independiente. ¡Qué gran ignominia la de los socialistas en este asunto!, no solo no han hecho nada para que se cumplan las resoluciones de las Naciones Unidas, sino que han girado a favor de las tesis de Marruecos en la que solo vale el "todo para mí".
Marruecos no solo controla el territorio cuya administración temporal le fue cedida por España, sino también el territorio administrado por Mauritania que decidió ceder al Frente Polisario. A Zapatero le ha importado muy poco que aquellos saharauis que tenían DNI español y que un regimen muribundo como el de Franco entregaría a la voragine de Marryecos, también como los socialistas en aras de mayores intereses económicos. Franco y Zapatero unidos por el Sahara, o lo que es lo mismo el Movimiento Nacional y el PSOE con el mismo ideario. Dos, al ministro Jauregui no le deben haber explicado muy bien lo de la soberanía. Es verdad -también lo dijo en su día Moratinos- que Marruecos es la gran potencia que controla hoy de facto la casi totalidad del territorio del Sahara, pero no quiere decir que tenga soberanía sobre él. En los Acuerdos de Madrid, España cedió la "administración provisional" del Sahara Norte a Marruecos y la del sur (Rio de Oro) a Mauritania, pero no se cedión ningún tipo de soberanía. Para la ONU, España sigue siendo la potencia administradora del territorio.
Es el mismo argumento que utiliza la ministra Jiménez, de nombre Trinidad, quien debería conocer y medir más sus palbaras esencial en una titular de Exteriores, al menos para no acusarla de ignorante como hemos con Marcelino Iglesias o Jauregui.Si no quiere reconocer que el territorio del Sahara sigue siendo español, según la doctrina internacional, pues no lo haga, pero lo que no puede asegurar es que España no tiene nada que decir sobre la cuestión territorial. Es evidente que España no puede practicar en este caso la nautralidad activa, porque siendo la potencia colonial responsable del futuro y de la solución para el Sahara Occidental, la 53 provicnica española en 1975, con unos ciudadanos que tenían los mismos derechos que uno de Valladolid, de Valencia o de San Sebastián.
De tal forma que aunque ya en 1963 la ONU dictaminó que el Sahara Occidental era una colonia, por lo que exigió la autodetrminación del territorio en la Resolución 1514 de la Asamblea General, tal hecho no ha sucedido. España se limitó a elaborar un censo de los saharauis que residían en la zona y sobre estos datos estaba dispuesta a hacer el referéndum, pero Franco enfermó y Hassan II vio la oportunidad de aprovechar el momento de debilidad de la polìtica española para lanzar la Marcha Verde que condicionaría todo el problema. El Príncipe Juan Carlos, como Jefe de Estado en funciones, se desplazó al Sahara para arengar a las tropas españolas y compromterse a defender el territorio y a los saharauis, pero sus palabras quedaron prnto en el olvido y su vos grabada desapareció de los archivos de RTVE. Aquel goberno franquista decidió evitar una guerra al conocer del apoyo francés y norteamericano a los planes del Sultán, frente al enemigo próximo representado por Árgel y un izquierdista Frente Polisario, con lo que se negoció importantes concesiones económicas (pesca y fosfatos), una vez más el dinero, y a cambio se les entregó la colonia a Marruecos y Mauritania con los Acuerdos de Madrid.
España, en una política errante y poco firme, siempre se ha plegado a los intereses franceses y marroquíes, mostrando una gran debilidad exterior y anteponiendo -como ha reconocido Zapatero- los intereses económicos a cualquier otra consideración sobre nuestra responsabilidad, que la tenemos, sobre el Sahara. Y el Gobierno debe saber, dada su mostrada ignorancia, todos los aspectos que contienen los Acuerdos de Madrid, en donde en su segundo punto se dice textualmente que "la descolonización del Sahara culminará cuando la opinión de la población saharaui se haya expresado validamente". Es decir, el territorio aún no ha sido descolonizado y España esjuridicamante"de iure" la potencia responsable, aun cuando haya cedido "temporalmente" la administración del territorio a Marruecos y Mauritania. Este último ya no cuenta, lo que hace que -al menos- Marruecos no tenga ningún tipo de legitimidad en Rio de Oro, ni la soberanía sobre la parte norte. Nadie se lo reconoce, excepto Jauregui, a pesar de que España siga siendo, aunque no le guste nada al gobierno actual, la responsable de llevar al Sahara a su plena descolionización. Ahí estamos, atados de pies y manos en un asunto en el que la justicia y la moral es lo que menos cuenta, tal como demuestra la actuación de este mal gobierno, al que nadie respeta en las esferas internacionales.
09 noviembre, 2010
INCENDIO EN EL SAHARA
La torpeza de Marruecos no tiene límites. Por si el mundo no se había enterado de cómo se las gasta el régimen medieval marroquí, ahí está el asalto militar a un campamento de civiles reivindicando mejoras sociales. No se enteran, los saharahuis no quieren ser subditos de un rey que nunca fue suyo y eso indigna a la polìtica marroquí que ve cómo su expansión del imperio sigue sin conformarse con lo que ya la descolonización española les regaló en todos sus territorios. Atacar a indefensos civiles no es la mejor forma de solucionar un conflicto, pero la ignorancia y el primitivismo marroquí les hace caer una y otra vez en errores y los pone frente al mundo, que sigue sin reconocer la ilegal ocupación que realizaron en 1975, con el apoyo de Estados Unidos y Francia y con la cobardía de España, que aun no es capaz de asumir su responsabilidad, sea cual sea el partido que nos gobierna. Marruecos le tiene cogida la medida al Gobierno español, que parece un pelele bajo los caprichos del Sultán. No es capaz de reaccionar y solo dice boberias, antes Moratinos y ahora Trinidad Jimenez. ¿Dialogar y ponerse de acuerdo?
La brillante diplomacia española debería explicar antes de dar recomendaciones, así que lo que nos interesa saber es cómo un esclavo puede negociar con sus dueños que se creen que pueden hacer lo que quieran con las personas que no han elegido estar bajo su mismo techo; es decir, bajo su misma nación.
La hipocresia de la ONU, la Unión Europea y los Estados que miran hacia otro lado cuando los intereses económicos están por encima de los derechos humanos es la que está determinando el genocidio de los saharahuis. Lo que no tengo claro es cómo repartir la culpabilidad, aunque si tengo claro que España es socio-responsable de ese genocidio, por no asumir su responsabilidad.
La brillante diplomacia española debería explicar antes de dar recomendaciones, así que lo que nos interesa saber es cómo un esclavo puede negociar con sus dueños que se creen que pueden hacer lo que quieran con las personas que no han elegido estar bajo su mismo techo; es decir, bajo su misma nación.
La hipocresia de la ONU, la Unión Europea y los Estados que miran hacia otro lado cuando los intereses económicos están por encima de los derechos humanos es la que está determinando el genocidio de los saharahuis. Lo que no tengo claro es cómo repartir la culpabilidad, aunque si tengo claro que España es socio-responsable de ese genocidio, por no asumir su responsabilidad.
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