27 enero, 2012

GIBRALTAR, LA DISPUTA QUE NO TERMINA

El primer ministro británico ha puesto sobre el tapete la cuestión por la que Londres no devolverá Gibraltar a España. En el Consejo de Europa, D. Cameron ha dicho estar a favor de la autodeterminación de los gibraltareños: "Este pueblo quiere mantener su estatuto. Yo no hablaría de descolonización, sino de una recolonización, si actuamos en contra de sus deseos". ¡Toma!, una vez que Londres ha llenado lo que era la Base militar de gente venida de otros rincones del Imperio, ahora les da categoría de pueblo y para mantener su poder en Gibraltar se escuda en que los residentes británicos en Gibraltar no quieren ser españoles. Nadie los obliga a ello (atras afortunadamente queda en el recuerdo la nefasta polìtica del ministro Moratinos),por eso por primera vez en muchísimo tiempo un ministro de Exteriores español ha dejado las cosas claras: "Ni Utrech, ni la ONU hablan de autodeterminación". Lo ha señalado José Manuel García-Margallo, en una carta al secretario del Foreign Office, William Hague, en la que replica al primer ministro británico, David Cameron, por sus declaraciones en Estrasburgo. Es más, Londres en 1984, en lo que se llamó la Declaración de Bruselas, se comprometió a buscar una solución al contencioso, y en 2002 se habló ya de soberanía compartida.
El exministro para Europa del Gobierno británico de Tony Blair, Peter Hain, en sus memorias publicadas recientemente (Outside in), reconoce que resultaba "ridículo" que Reino Unido tuviera actualmente "una colonia en la punta de España", a más de 3.000 kilómetros de distancia, por eso había que alcanzar un acuerdo con España para "asegurar una mejor relación" y para que Gibraltar dejase de ser un "obstáculo" en las relaciones del Reino Unido con la UE, desdeñando, dice Hain, el deseo de los gibraltareños de permanecer bajo bandera británica. Se negoció entonces la cosoberanía, manteniendo el Reino Unido la Base Naval; dejando que los británicos gibraltareños mantuvieran la máxima autonomía y con ayuda económica de toda la Unión Europea. Allí estaba la solución, en el acuerdo del 12 de abril de 2002, aunque se establecía un referendum no vinculante, "la cosoberanía no podía así abrir la puerta a la soberanía plena española".
Todo estaba hecho hasta que Aznar abrió la boca en el diario The Guardian unos días después, afirmando que Madrid no abandonaría nunca su pretensión de recuperar la totalidad del territorio de Gibraltar, incluso si firmaba entonces un acuerdo compartiendo la soberanía del mismo con el Reino Unido. Los "Gianitos" en su referendum -no vinculante- rechazaron meses después abrumadoramante la cosoberanía.
Dos años después la mente privilegiada de Moratinos daba espacio a los representantes municipales de la colonia sentándolos en plano de igualdad con Londres y Madrid. Nada se avanzó desde entonces, sintiéndose el señor Caruana el rey del mambo.
Ahora, el gobierno español quiere que las cuestiones municipales sean discutidas entre las autoridades de la colonia y las del Campo de Gibraltar, mientras que las cuestiones de soberanía sean entre Londres y Madrid. Vamos, lo lógico que nunca se debió perder.
Pero el alcalde de la colonia (llamado allí ministro principal), Fabian Picardo, asustado por la nueva postura española, se ha entrevistado en Londres con el ministro británico para Europa, David Lidington, quien le ha dicho que el Reino Unido no entrará en un proceso de negociaciones sobre soberanía sin «consentimiento» de los gibraltareños. Claro que lo que no dice es que los gibraltareños originarios se encuentran en San Roque y otras poblaciones del Campo de Gibraltar, mientras que los actuales gibraltareños son colonos británicos establecidos para mantener la Base Naval. No quieren ser españoles -y se entiende- pero aquí hablamos de un territorio arrebatado a España en una guerra de sucesión por el trono. El poderío militar británico y la poca capacidad diplomática española ha prolongado la situación por más de 300 años. La ONU ha dado la razón a España desde los tiempos de Franco, pero la democracia ha supuesto un paso atrás en esta cuestión. La ampliación de la colonia cedida a través de la ocupación británica del istmo bajo soberanía española, las tierras ganadas al mar, el aeropuerto o la extensión de las aguas territoriales nunca ha encontrado el contrapunto necesario de los gobiernos españoles que han venido actuando con torpeza. Parece que el nuevo Gobierno quiere enmendar la situación. Solo se hablara de cooperación si favorece a los dos lados de la verja y en ese caso estará la Junta de Andalucía, ya que "eso es la simetría". Y se hablará de cooperación cuando se avance en "materia de soberanía".


PS: La serie de tres radiodocumentales "Gibraltar, la rocosa disputa" está a disposición de quien los solicite.

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