En 2006 España aceptó con los Acuerdos de Córdoba la utilización del aeropuerto de Gibraltar lo que supuso un punto de inflexión negativo para los intereses diplomáticos españoles en su reivindicación de la base militar británica en el Peñón. Lo era, porque el aeropuerto se hizo sobre una tierra nunca cedida ni reconocida en el itsmo que fue ocupado poco a poco por los ingleses desde las guerras napoleónicas y aprovechando en diversos momentos su superioridad militar frente a la debilidad española. España y Gran Bretaña poseen la bilateralidad de los derechos de Gibraltar, cuya solución parece imposible después de que los ingleses rellenaran la colonia-base con gente traída desde los más diversos lugares del mundo. La ONU considera a Gibraltar un territorio a descolonizar, para lo que hay que ponerse de acuerdo sobre los intereses de los habitantes de la colonia. Esto les ha venido muy bien, porque las leyes locales a las que se les otorga el título de Constitución le sirve a Londres de excusa para no devolver la Roca, "ante la oposición de los habitantes gibraltareños". Gibraltareños de nuevo cuño, ya que los antiguos habitantes del Peñón tuvieron que huir y exiliarse en el entorno del Campo de Gibraltar, especialmente en San Roque "donde reside la de Gibraltar" y en donde se conserva el pendón y el escudo de la ciudad, que solo en tiempos recientes han sido también aceptados por los anglogibraltareños. Curiosamente símbolos concedidos por los Reyes Católicos, padres del actual Estado-nación llamado España.
En fin, el despropósito se acrecienta día a día, y la diplomacia española -con eso de llevarse bien con todo el mundo- pierde sus bazas. La última, la próxima visita de Moratinos a la Roca. Para ello ha habido que ceder a los gibraltareños la colaboración con su Policía en las aguas territoriales españolas que el Reino Unido se lo pasa por el forro y las autoridades locales de Gibraltar no reconocen y dicen que son sus aguas. ¿qué créditos jurídicos aportan?
Utrech vuelve a ser la clave, por mucho que a los habitantes británicos de la colonia-base les moleste y digan que es anacrónico, pero es lo que hay y favorece a España. O si no lean el artículo X del Tratado
Articulo X
"El Rey Católico, por sí y por sus herederos y sucesores, cede por este Tratado a la Corona de la Gran Bretaña la plena y entera propiedad de la ciudad y castillo de Gibraltar, juntamente con su puerto, defensas y fortalezas que le pertenecen, dando la dicha propiedad absolutamente para que la tenga y goce con entero derecho y para siempre, sin excepción ni impedimento alguno. Pero, para evitar cualquiera abusos y fraudes en la introducción de las mercaderías, quiere el Rey Católico, y supone que así se ha de entender, que la dicha propiedad se ceda a la Gran Bretaña sin jurisdicción alguna territorial y sin comunicación alguna abierta con el país circunvecino por parte de tierra. Y como la comunicación por mar con la costa de España no puede estar abierta y segura en todos los tiempos, y de aquí puede resultar que los soldados de la guarnición de Gibraltar y los vecinos de aquella ciudad se ven reducidos a grandes angustias, siendo la mente del Rey Católico sólo impedir, como queda dicho más arriba, la introducción fraudulenta de mercaderías por la vía de tierra, se ha acordado que en estos casos se pueda comprar a dinero de contado en tierra de España circunvencina la provisión y demás cosas necesarias para el uso de las tropas del presidio, de los vecinos u de las naves surtas en el puerto.
Pero si se aprehendieran algunas mercaderías introducidas por Gibraltar, ya para permuta de víveres o ya para otro fin, se adjudicarán al fisco y presentada queja de esta contravención del presente Tratado serán castigados severamente los culpados. Y su Majestad Británica, a instancia del Rey Católico consiente y conviene en que no se permita por motivo alguno que judíos ni moros habiten ni tengan domicilio en la dicha ciudad de Gibraltar, ni se dé entrada ni acogida a las naves de guerra moras en el puerto de aquella Ciudad, con lo que se puede cortar la comunicación de España a Ceuta, o ser infestadas las costas españolas por el corso de los moros. Y como hay tratados de amistad, libertad y frecuencia de comercio entre los ingleses y algunas regiones de la costa de África, ha de entenderse siempre que no se puede negar la entrada en el puerto de Gibraltar a los moros y sus naves que sólo vienen a comerciar.
Promete también Su Majestad la Reina de Gran Bretaña que a los habitadores de la dicha Ciudad de Gibraltar se les concederá el uso libre de la Religión Católica Romana.
Si en algún tiempo a la Corona de la Gran Bretaña le pareciere conveniente dar, vender, enajenar de cualquier modo la propiedad de la dicha Ciudad de Gibraltar, se ha convenido y concordado por este Tratado que se dará a la Corona de España la primera acción antes que a otros para redimirla."
España no cedió el itsmo, ni las aguas territoriales, por lo que los derechos británicos solo afectan a las aguas interiores del puerto, que lentamente han ido agrandando metiéndose en aguas jurisdiccionales españolas. Es decir, han utilizado siempre la política de los hechos consumados, de seguir así -digo yo- que terminaran por llegar al centro de la Bahía de Algeciras. Y si España no va a ir a una guerra por esta cuestión, tampoco debe permitir que nos tomen el pelo una y otra vez, especialmente desde que se reconoció el Foro Tripartito.
Las reglas del juego no pueden cambiarse a capricho de la municipalidad de Gibraltar y menos que nuestra diplomacia le ría las gracias y las acepte. Londres es el único interlocutor. ¿Qué pasaría si en Rota o en Guantánamo metieran a una población flotante y después reivindicasen sus "derechos" a quedarse con las bases militares y a independizarlas del país en las que se han instalado?
Es lo que ha pasado en Gibraltar. Gran Bretaña sabe que debe dar a España -lo dice el Tratado- la primera acción, pero se la ceden a los residentes en la colonia, que no dejan de ser ciudadanos británicos y que no quieren dejar de serlo pero conservando el Peñón de Gibraltar y todos los privilegios que se les han ido cediendo. Lo dicho, el tema no tiene solución, pero la diplomacia española tiene que ser coherente, o reivindica con todos los derechos que la asisten o reconoce que la base militar se la han apropiado los gibraltareños que viven muy bien con el limbo de su "estatus". !Si es que hasta Franco se comprometió a mantener allí la democracia y sus leyes locales a cambio de que la soberanía volviese a España!. Lo dicho, lo importante es ser coherente y defender los derechos que nos asisten, porque las cesiones solo le valen a los Hassanes, Bossanos y Caruanas de turno para armarse de argumentos frente a terceros, como ha ocurrido con el reciente acuerdo fiscal con Estados Unidos, como si Gibraltar fuese un Estado independiente.
En fin, el despropósito se acrecienta día a día, y la diplomacia española -con eso de llevarse bien con todo el mundo- pierde sus bazas. La última, la próxima visita de Moratinos a la Roca. Para ello ha habido que ceder a los gibraltareños la colaboración con su Policía en las aguas territoriales españolas que el Reino Unido se lo pasa por el forro y las autoridades locales de Gibraltar no reconocen y dicen que son sus aguas. ¿qué créditos jurídicos aportan?
Utrech vuelve a ser la clave, por mucho que a los habitantes británicos de la colonia-base les moleste y digan que es anacrónico, pero es lo que hay y favorece a España. O si no lean el artículo X del Tratado
Articulo X
"El Rey Católico, por sí y por sus herederos y sucesores, cede por este Tratado a la Corona de la Gran Bretaña la plena y entera propiedad de la ciudad y castillo de Gibraltar, juntamente con su puerto, defensas y fortalezas que le pertenecen, dando la dicha propiedad absolutamente para que la tenga y goce con entero derecho y para siempre, sin excepción ni impedimento alguno. Pero, para evitar cualquiera abusos y fraudes en la introducción de las mercaderías, quiere el Rey Católico, y supone que así se ha de entender, que la dicha propiedad se ceda a la Gran Bretaña sin jurisdicción alguna territorial y sin comunicación alguna abierta con el país circunvecino por parte de tierra. Y como la comunicación por mar con la costa de España no puede estar abierta y segura en todos los tiempos, y de aquí puede resultar que los soldados de la guarnición de Gibraltar y los vecinos de aquella ciudad se ven reducidos a grandes angustias, siendo la mente del Rey Católico sólo impedir, como queda dicho más arriba, la introducción fraudulenta de mercaderías por la vía de tierra, se ha acordado que en estos casos se pueda comprar a dinero de contado en tierra de España circunvencina la provisión y demás cosas necesarias para el uso de las tropas del presidio, de los vecinos u de las naves surtas en el puerto.
Pero si se aprehendieran algunas mercaderías introducidas por Gibraltar, ya para permuta de víveres o ya para otro fin, se adjudicarán al fisco y presentada queja de esta contravención del presente Tratado serán castigados severamente los culpados. Y su Majestad Británica, a instancia del Rey Católico consiente y conviene en que no se permita por motivo alguno que judíos ni moros habiten ni tengan domicilio en la dicha ciudad de Gibraltar, ni se dé entrada ni acogida a las naves de guerra moras en el puerto de aquella Ciudad, con lo que se puede cortar la comunicación de España a Ceuta, o ser infestadas las costas españolas por el corso de los moros. Y como hay tratados de amistad, libertad y frecuencia de comercio entre los ingleses y algunas regiones de la costa de África, ha de entenderse siempre que no se puede negar la entrada en el puerto de Gibraltar a los moros y sus naves que sólo vienen a comerciar.
Promete también Su Majestad la Reina de Gran Bretaña que a los habitadores de la dicha Ciudad de Gibraltar se les concederá el uso libre de la Religión Católica Romana.
Si en algún tiempo a la Corona de la Gran Bretaña le pareciere conveniente dar, vender, enajenar de cualquier modo la propiedad de la dicha Ciudad de Gibraltar, se ha convenido y concordado por este Tratado que se dará a la Corona de España la primera acción antes que a otros para redimirla."
España no cedió el itsmo, ni las aguas territoriales, por lo que los derechos británicos solo afectan a las aguas interiores del puerto, que lentamente han ido agrandando metiéndose en aguas jurisdiccionales españolas. Es decir, han utilizado siempre la política de los hechos consumados, de seguir así -digo yo- que terminaran por llegar al centro de la Bahía de Algeciras. Y si España no va a ir a una guerra por esta cuestión, tampoco debe permitir que nos tomen el pelo una y otra vez, especialmente desde que se reconoció el Foro Tripartito.
Las reglas del juego no pueden cambiarse a capricho de la municipalidad de Gibraltar y menos que nuestra diplomacia le ría las gracias y las acepte. Londres es el único interlocutor. ¿Qué pasaría si en Rota o en Guantánamo metieran a una población flotante y después reivindicasen sus "derechos" a quedarse con las bases militares y a independizarlas del país en las que se han instalado?
Es lo que ha pasado en Gibraltar. Gran Bretaña sabe que debe dar a España -lo dice el Tratado- la primera acción, pero se la ceden a los residentes en la colonia, que no dejan de ser ciudadanos británicos y que no quieren dejar de serlo pero conservando el Peñón de Gibraltar y todos los privilegios que se les han ido cediendo. Lo dicho, el tema no tiene solución, pero la diplomacia española tiene que ser coherente, o reivindica con todos los derechos que la asisten o reconoce que la base militar se la han apropiado los gibraltareños que viven muy bien con el limbo de su "estatus". !Si es que hasta Franco se comprometió a mantener allí la democracia y sus leyes locales a cambio de que la soberanía volviese a España!. Lo dicho, lo importante es ser coherente y defender los derechos que nos asisten, porque las cesiones solo le valen a los Hassanes, Bossanos y Caruanas de turno para armarse de argumentos frente a terceros, como ha ocurrido con el reciente acuerdo fiscal con Estados Unidos, como si Gibraltar fuese un Estado independiente.
Y actua como tal. Provoca una y otra vez sin que las autoridades españolas reaccionen. La última acción se centra en rellenar de tierra parte de la costa Este del Peñón invadiendo aguas jurisdiccionales españolas, como ya ocurrió en la construcción del aeropuerto. Lo hace con arena y tierras procedentes de España en un continuo trasiego de camiones que nadie detiene y que depositan en una nueva montaña costera en donde se pretende construir 2.200 viviendas para 2014, en un complejo diseñado por Norman Foster que incluye un puerto deportivo para 500 amarres y dos hoteles de lujo. Todo en aguas territoriales españolas lo que supone un nuevo pulso diplomático que España volverá a perder si sigue con su política permisiva y complaciente supeditada a los hechos consumados a los que nos tiene acostumbrados las autoridades municipales de Gibraltar con la complacencia y apoyo de los dueños británicos de la colonia-base.
(Nota: Con el título genérico "Gibraltar, la rocosa disputa" tres de mis radiodocumentales recogen la evolución de los problemas hispano-británicos a causa del Peñón andaluz. El primero "Tiempos de Guerras" narra los hechos que motivaron la ocupación angloholandesa de la Roca, en apoyo de un candidato al trono de España y los intentos bélicos por recuperarla. El importante papel en la Primera y Segunda Guerra Mundial y en la Guerra Civil española.
El segundo, "Tiempos de Paz, la ONU" repasa las relaciones en tiempos de Franco que supo ganar la batalla en la ONU, aunque una vez más Gran Bretaña no hizo caso a las resoluciones aprovechando la debilidad española y excudándose en que existía un régimen dictatorial. El tercero "Tiempos de Democracia" refleja los tremendos vaivenes de dientes de sierra dados por la diplomacia española a la que le quema el tema sin saber cómo afrontar un problema histórico de esta índole. Bandazos que han llevado a aceptar un Foro Tripartito, el uso del aeropuerto en tierra española ocupada y la cesión de derechos de facto sobre aguas jurisdiccionales españolas)
Envio los radiodocumentales a quienes lo soliciten a documentos.radio@gmail.com
El segundo, "Tiempos de Paz, la ONU" repasa las relaciones en tiempos de Franco que supo ganar la batalla en la ONU, aunque una vez más Gran Bretaña no hizo caso a las resoluciones aprovechando la debilidad española y excudándose en que existía un régimen dictatorial. El tercero "Tiempos de Democracia" refleja los tremendos vaivenes de dientes de sierra dados por la diplomacia española a la que le quema el tema sin saber cómo afrontar un problema histórico de esta índole. Bandazos que han llevado a aceptar un Foro Tripartito, el uso del aeropuerto en tierra española ocupada y la cesión de derechos de facto sobre aguas jurisdiccionales españolas)
Envio los radiodocumentales a quienes lo soliciten a documentos.radio@gmail.com
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