Siempre pensé que la última guerra de España en el exterior fue la de Ifni-Sahara de 1957-58, sobre la que a los 50 años de su aniversario hice un documental, por el que he sido premiado por el Ministerio de Defensa.
Y sin embargo hoy he salido de mi sueño cuando me he enterado del atentado de nuestros soldados en Afganistán, en el que ha muerto un Cabo y otros cinco soldados han sido heridos. Son hechos que te devuelven a la realidad y compruebas cómo ha cambiado el papel de nuestras Fuerzas Armadas, hoy implicadas en peligrosísimas misiones de Paz, y cómo nuestros soldados siguen expuestos a desafios extremos en belicosas tierras remotas.
Mañana, 8 de octubre de 2009 estaba previsto que la ministra de Defensa, Carme Chacón, me entregara en Madrid el Premio Defensa 2009, un acto que se ha suspendido ante el atentado y el viaje que la ministra ha realizado a Afganistán para acompañar a nuestros soldados. Está claro que una guerra se puede desarrollar de muchas formas y ninguna nos gusta. Pero cuando los motivos son por la defensa de los derechos humanos de un pueblo y no por motivos colonialistas, la sangre derramada por nuestros jóvenes es una sangre más admirada.
Ser genorosos es una obligación de cada uno de los españoles con quienes están exponiendo su vida en un país inhospito, complicado y en guerra. Nos guste o no, esta sí es la última guerra de España, en la que estamos implicados y en la que se sigue derramando sangre española . Soldados de hoy, ellos sí merecen todos los premios del mundo.
07 octubre, 2009
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