El Sahara Occidental permanece como una espina en la conciencia de España. Desde que el gobierno español decidió abandonar a su suerte a quienes hasta noviembre de 1975 habían sido ciudadanos españoles de la provincia del Sahara -como antes lo hizo en el Rif, en Villa Bens o en Ifni- para entregarlos a un régimen medieval imperialista los golpes se acumulan sin que nadie sepa reaccionar.
El caso de la saharahui Aminatou Haidar, nacida española hace 42 años, ha vuelto a evidenciar las contradiciones entre la defensa de intereses económicos y la defensa de la justicia histórica. Se negó a firmar en El Aiun como ciudadana marroquí, algo evidente para quien lucha por los derechos humanos de los saharahuis y que venía de Nueva York de recoger el Premio Coraje Civil 2009.Marruecos no ha perdido la ocasión de aplicar su política represiva para someter a los habitantes del territorio invadido con la complicidad de España. Mohamed VI sabe que el Sahara nunca perteneció a Marruecos y por eso ni la ONU ni la comunidad internacional le reconoce la soberanía sobre el territorio, algo que ya dejó claro el Tribunal Internacional de Justicia de La Haya, lo que motivó la marcha verde orquestada por Hassan II al recibir el apoyo de los EEUU que temía perder los fosfatos del territorio. El pasado 6 de noviembre (El País, 15 noviembre 2009) el rey Mohamed VI pronunció, con motivo del 34 aniversario de la Marcha Verde, un discurso en el que instó a la justicia y a las fuerzas de seguridad a actuar con más contundencia contra "los adversarios de la integridad territorial de Marruecos", es decir los que piden la autodeterminación del territorio. "Hay que desbaratar los complots urdidos contra la marroquinidad de nuestro Sáhara", añadió el monarca.
El caso Aminatou Haidar testimonia esa espina que tenemos clavada y que ha puesto en evidencia, una vez más, cómo la política no es capaz de armonizar la teórica defensa de los derechos humanos con la realidad, en un territorio del que somos absolutamente responsables de lo que está ocurriendo, aunque hayan pasado 34 años. En mi documental "Sahara, 1975" se puede oir a un joven líder socialista, Felipe González, prometer en el desierto a los refugiados saharauís, que si llegaba al poder el Sahara les sería restituido. Flaca memoria y qué lejos nos encontramos de aquello. Entiendo los intereses "privados" de los ministros de Franco que entregaron la administración -solo la administración- de aquel territorio a las fuerzas represoras marroquíes, pero no puedo entender a la democracia española que no ha encontrado aún el camino para reparar aquella cobardía y la traición a unos ciudadanos que eran españoles. Aminatou Haidar nació española y si tiene pasaporte marroquí es porque no puede tener otro, ya que vive en El Aiún y desde dentro no ha renunciado a reivindicar pacificamente la independencia de su tierra, denunciando las atrocidades de las fuerzas represoras marroquíes.
Curiosamente el Gobierno español la ha dejado entrar en España sin pasaporte, pero no la deja salir hacia el Sahara porque no tiene pasaporte. Es como si un senegalés, un paquistaní o un camerunés de los que llegan en patera no pudieran ya salir de España porque no tienen pasaporte. Tremenda ironía que dice poco de cómo la política exterior está atada frente al régimen represivo de Marruecos. No se quiere enfadar al vecino del sur no sea que nos pida Ceuta, Melilla y peñones. Todo llegará, pero mientras nos falta asumir nuestra responsabilidad histórica y ser consecuentes con ella para poder hablar con dignididad. Los militares españoles que en 1975 acataron las órdenes políticas para entregar el Sahara al Ejército marroquí nunca se pudieron sentir tan humillados y no olvidan cómo se hizo añicos el compromiso de defender a los saharauis. Nuestra obligación hoy -por justicia- es hacerlo, porque aquella espina nos duele. Como nos duele comprobar cómo se sigue traicionando los principios de la decencia.
NOTA agregada el 2 de diciembre
Tan medieval es la mentalidad de los "subditos marroquíes" que el cónsul de Marruecos en Las Palmas, Abderamán Leibek, afirmó que le expediría un nuevo pasaporte "en media hora" si pide perdón a su rey por el "acto de traición a su patria" cometido en el aeropuerto de El Aaiún. Haidar rellenó la ficha policial y en el apartado sobre su lugar de residencia escribió Sáhara Occidental en lugar de Marruecos.
No entiende que no puede pedir pedir perdón a quien no considera su Rey y máximo responsable de la ocupación de su tierra. No existe ninguna traición, sino la voluntad de luchar por quienes niegan y atacan los más elementales derechos humanos. Estos pobres adoradores del Sultán no entienden de dignidad, como tampoco los gobiernos de España que se han sumado al apoyo de Marruecos en su aplastamiento de la conciencia saharahui. Hemos olvidado nuestra propia historia y nuestros compromisos con un pueblo que fue español hasta quedecidimos darle lapatada y entregarlo al Sultán-Rey.
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